La Bola Heredada

Esta vez toca un pequeño Cuento Navideño de Kobra17 .

Ahí va…

La Bola Heredada

Faltaban solo tres días para Nochebuena y ya estaba todo decorado para la ocasión, pero la pequeña Agnes no hacía más que colgar dibujos navideños y cualquier cosa que a ella le pareciese «decoración»; registraba todo lo que veía.

A este árbol le falta algo, decía.

Ella dormitaba serena en un rincón de aquella caja, en aquel, su hogar, sacaban y metían cosas sin cesar, sin embargo, a ella hacía tiempo que no la sacaban; es más, parecía olvidada para siempre, aunque se sabía especial, sin saber bien por qué.

Pero ese día una pequeña mano la tocó;

—¡Papá, papá, mira que bola tan chula y tan vieja he encontrado en una caja del trastero! —gritaba una vocecilla.

—a ver hija, enséñame.

Y elevando la mano Agnes mostraba aquella preciosidad de bola decorada en color rojo y brillante.

—¡Es la bola del árbol de Navidad de tu abuelo!, no la veía desde niño.

De repente un montón de recuerdos se agolparon en su cabeza. Recordaba aquella bola que siempre ponían la última y siempre junto a su padre, como le decía que dentro llevaba el espíritu de la navidad, como le contaba que con ella nunca estaría solo y lo orgulloso que se sentía al haberla heredado de su padre. El suyo solamente hacía 6 meses que les había dejado…

—Agnes, tráela, la colocaremos en el árbol como le gustaba a tu abuelo.

—Es muy bonita, papá, ¿Dónde la ponemos?

—La pondremos muy arriba, cerquita de la estrella.

Y mientras la ponía muy arriba, le contaba a su hija que esa bola era mágica, parte de la familia y que dentro tenía el espíritu de la Navidad, y con ella nunca, nunca estaría sola; tal como su padre se lo contó a él.

Agnes prestaba mucha atención al escuchar sus palabras y lo observaba con inusitada curiosidad al verlo tan alegre recordando al abuelo.

Una vez colocada en su sitio, Agnes dio un par de vueltas alrededor del árbol y mirando fijamente a su padre, sentencio:

—Ahora si está terminado, ya no le falta nada. —Su padre sonreía.

Por fin llego la Nochebuena y toda la familia se reunió para celebrar juntos las navidades, como siempre los mayores en la mesa grande y los pequeños en otra mesa preparada para ellos. Aunque se echaba mucho de menos al abuelo trataban de que fuesen unas bonitas y felices fiestas, tal como él hubiese querido.

Comieron, rieron, se abrazaron, contaron chistes y llegados al postre, brindaron. Fue entonces cuando se fijó en Agnes y en los demás niños, no dejaban de apuntar hacia el árbol, ya estaban nerviosos y ansiosos por abrir sus regalos de navidad, era hora de darles la buena noticia…

Agnes levantaba el brazo agitándolo mientras miraba hacia el árbol y su padre, algo extrañado le preguntó:

—¿Qué haces cariño?

—Saludar al abuelo y a sus amigos.

—¿Qué?

—Dice que ha quedado muy bonito el árbol y que ya podemos abrir los regalos…

Al oír aquello se volvió hacia el árbol y en ese mismo instante le pareció ver un destello saliendo de aquella mágica bola. Tras unos instantes de silencio sin saber bien que hacer le dijo:

—Adelante hija, ya podéis abrir los regalos, y ¡Feliz Navidad!

No vio a nadie, no dijo nada, pero sintió felicidad, una presencia y una Inmensa tranquilidad.
Tal vez, como una gran persona le contó de niño, fue el espíritu de la Navidad…

 

Fin

 


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Cuento de Navidad – © Kobra17

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